jueves, 4 de noviembre de 2010

Sospechas.

A veces, a los días les da por disfrazarse. Juegan a que es Carnaval y se intercambian los papeles intentando despistarnos. Hay martes que quieren ser sábados, y el único inocente que sufre las consecuencias de la broma es el despertador. También hay domingos que se visten de jueves y que nos invitan, después de la inocentada, a regodearnos en la pereza de las sábanas somnolientas (de acuerdo, esos no están nada mal).

Pues hoy ha sido uno de esos días caprichosos: un miércoles disfrazado de lunes, que mantuvo el antifaz en su sitio a lo largo de todo el día. El miércoles suele ser un día bastante insustancial, está encajado en el medio, entre un martes todavía entumecido y un jueves que ya anhela la llegada del descanso. ¿Qué tiene el miércoles además de alguna letra más que el resto de días? Nada.
Quizá por eso, el día de hoy quiso divertirse a mi costa y me obligó a estar adormilada, taciturna y desgastada desde por la mañana.

En secreto, intuyo que tus pestañas haciéndome cosquillas, tu respiración escondiéndose bajo la mía, y la huella de tu olor encerrándose en mi almohada, han tenido algo que ver en este juego del despiste. Pero sólo son meras sospechas.

Lo.

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