viernes, 29 de octubre de 2010

Suena.

De repente, llega el día en el que escuchas una canción que, sorprendentemente, dice todo aquello que tú has ido guardando por no saberlo expresar.
Te encuentras con ella y te encuentras en ella.
La reescuchas, y no consigues hallar ni un solo matiz que la aleje de lo que sientes. Es más, la melodía y la letra logran ayudarte a desenredar la maraña que alberga tu estómago, y a digerir las palabras atragantadas que tratan cada día de alcanzar tu garganta. ("¡Escúpenos!"-siguen gritando). "Es hora de tender al Sol los recuerdos empapados"- dice entonces Pepito Grillo.
Así que esa canción no será nunca más una canción. Se ha convertido en un espejo, en una declaración, en una ventana abierta. Y es tuya. Cada vez que la escuches te agitarás por dentro, y, si te sientes generoso, dejarás escapar alguna de tus palabras secuestradas, esas que no dejan de arañarte. Las dejarás huir, aunque sea en voz muy baja y se pierdan entre el ruido.


Lo.

1 comentario:

ñamñam dijo...

que no se pierdan nunca en el ruido.


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