lunes, 6 de septiembre de 2010

Entre líneas.

Resulta que hoy me he puesto a dibujar y sólo he podido trazar siluetas. El lápiz se empeñó en recorrer el papel dejando tras de sí líneas estrechas y neutras. Y nada más. Líneas insípidas.
Quise sombrear algunas partes, e incluso darles un toque de color, pero no he sido capaz. Porque mi mano se negó, y no hay quien la haga entrar en razón cuando se pone así de terca. Le pedí un par de veces que no fuera tan tozuda, que me dejara hacer las cosas a mi manera, pero dijo que no, que no y que no. Lanzó el lápiz contra el suelo y acto seguido corrió a esconderse en el bolsillo de mi rebeca.

No entiendo por qué sólo dibujo contornos vacíos e insustanciales, que no dicen nada, que no cuentan todo lo que guardo aquí. ¿Será que la mano izquierda se está vengando? Estará dolida porque no le permito acariciar con ternura, porque no la dejo conocer pieles templadas y apretar con devoción otros dedos entrelazados. Y ahora ha decidido reunir toda esa frivolidad, plasmarla en un folio en blanco y negarle la libertad a mi lápiz 4B.

A ver cómo hacemos las paces...

Lo.

1 comentario:

Pablo Gonz dijo...

Interesante el conflicto que planteas. Me llega muy adentro. Como siempre, prosa firme que se lee con gusto.
Un abrazo,
PABLO GONZ