miércoles, 24 de marzo de 2010

Ausencia.

Posaba la yema del dedo sobre un montoncito de ceniza que se había caído del cigarro encendido y había aterrizado sobre la mesa. Lo aplastaba despacio hasta que no quedaba más que una sombra grisácea impresa sobre la superficie de madera y una huella dactilar ennegrecida. Frotando el dedo contra la mesa, desaparecía cualquier rastro de aquel pequeño y quebradizo bloque de ceniza.

La ceniza es gris porque es efímera. Es gris porque simbloiza el consumo y la debilidad. Si la ceniza permaneciera intacta al presionarla con el dedo sería blanca como las gomas de borrar. Si dejara un rastro permanente sobre una superficie lisa, sería de colores como las tizas o los lápices de cera. Y si fuese dura y afilada, quedaría, al arrastrarla por la mesa, una raya con pequeñas virutas o motas polvo a ambos lados.

Pero como desaparece, se esfuma y no deja nada tras de sí, la ceniza es de color gris. La ausencia no es más que ceniza. Ceniza gris.

Lo.

2 comentarios:

jonybe dijo...

esto tiene buena pinta lo ciegos, quiero ver más :)

patatasdecomer dijo...

carlín