martes, 23 de marzo de 2010

Dudas masticables que no pierden su sabor.


Le temblaba el párpado inferior del ojo derecho. Ya habían pasado más de dos meses desde que su cuerpo se había propuesto llamar su atención utilizando como arma ese movimiento tan irritante como involuntario. Las primeras semanas no podía soportarlo. Ahora, había aceptado la vida propia de ese músculo, su independencia y, como si tratase con una persona y no con una parte de su propio organismo, ignoraba sus desesperados intentos por adquirir protagonismo. Pero el párpado rebelde no se cansaba de insistir y, ni la indiferencia ni toda la variedad de tranquilizantes que ofrecía el mercado farmacéutico parecían surtir efecto. Inútil.

Lo.

No hay comentarios: