viernes, 16 de julio de 2010

Atracón y ojeras.


Hoy voy a tirar por el camino fácil -o difícil, según se valore el nivel de ambición- y voy a abordar un tema recurrente, una duda más que masticada: el tiempo. Pensar en mayúsculas lo hemos hecho todos, y nos hemos atrevido a reflexionar sobre conceptos tan grandilocuentes como etéreos: EXISTENCIA, VIDA, TIEMPO.

Tratamos de lidiar con un tema que nos viene grande. Enorme. Y no sabemos manipularlo; así que preferimos gestionarlo poco a poco, partiendo el todo en trocitos más pequeños: milenios, siglos, decenas, lustros, años, meses, días, horas, minutos, segundos... Y la tarea se hace más asequible. Como no lo puedo asimilar de una vez, con el cuchillo hago los cortes pertinentes, y con el tenedor me llevo a la boca cada segundo. Y luego el siguiente, y el siguiente, y el siguiente... Y nunca me atraganto.

Pero, de vez en cuando, nos volvemos ambiciosos y queremos más. De repente tenemos mucha hambre y queremos engullir, entender, conocer, SABER. Con el apetito llega la impaciencia. Y si a ésta le sumamos la falta de respuestas nos quedamos con la incertidumbre, y, de la mano, viene el siempre el miedo.
Ganas de saber - Impaciencia - Falta de respuestas - Incertidumbre - Miedo.
¿Me equivoco? Corregidme si lo hago (al fin y al cabo, ésto no son más que divagaciones de una insomne).

Retrocedo para ilustrar estas conclusiones somnolientas y precipitadas. La sencillez del día a día, del semana a semana, e incluso del mes a mes, es cómoda y manejable. El largo plazo es lo que
nos aterra (me tomo la libertad de generalizar).
Largo plazo. Futuro. Planes. Ideas. Entramos en palabras mayores.
¿Qué me pongo esta noche? frente a ¿qué quiero hacer con mi vida? Vaya. Ahí está el TIEMPO. Las mayúsculas, las incertidumbres, los miedos, las dudas masticables.

Tened en cuenta que están al habla (o al teclado) veintiún años de inexperiencia, con todo lo que ello conlleva: inseguridades, planes temblorosos, ideas borrosas, presiones y lo que aún no sé si es bueno o malo: un abanico de posibilidades inmenso.
En este punto podría introducir en estas elucubraciones otros factores que nadan -de
nadar (vb. intr.) y de no hacer nada (sust. f.)- por mi cabeza, pero sólo conseguiría hacerlo todo un poco más enrevesado, y no quiero abusar de la paciencia del lector. Me reservo para otro día... u otra noche.

No sé si esta exposición evidencia ideas o crea espirales y bucles cada vez más rizados. Probablemente sea imposible asimilar la idea de TIEMPO como tal. Cuando creo tener algo claro y concluyo que el largo plazo es ingestionable como algo global, siempre aparece un ser (¿admirable?, ¿afortunado?) con unos planes tan perfectamente trazados que consigue echar por tierra, de un soplido, mis conclusiones de juguete.

Y otra vez a empezar de cero, esta vez con la frustración de saber que enredar la madeja no parece llevar a ninguna parte. La desilusión añadida a la falta de desenlace es agotadora. Y a pesar de ello, no es la cura contra el insomnio de las noches de verano.

Por el momento, prometo dejar las grandes preguntas en reposo y regresar a la sencillez del día a día, al cuchillo y al tenedor. Otro día, con más apetito, me replantearé el futuro y volveré a masticar, con paciencia y un esquema mental más nítido, esas seis mayúsculas que se me atragantan... T-I-E-M-P-O.

Lo.

2 comentarios:

Héctor dijo...

no creo que sea un camino tan fácil.
el buen comienzo está en ir haciéndose esas preguntas, yo creo.
luego con el tiempo y las circunstancias muchas de ellas se irán respondiendo por si mismas.
el miedo llega con las que son más cruciales, donde se intenta escoger de entre lo que no te vayas a arrepentir más tarde. Ahí es de las pocas ocasiones en las que uno debería ser una pizca egoísta, y hacerse mas caso a si mismo, que a los que le rodean, por cercanos que parezcan. si tan cercanos son, comprenderán y apoyarán esa elección, o terminarán por hacerlo.

Dudo mucho que te sirva de gran ayuda mi comentario, te lo dice alguien que cumple hoy veintinueve años de inexperiencia.

Lebrab dijo...

Si delimitamos el tiempo es porque realmente lo necesitamos, noche/día, tarde/mañana, ayer/hoy/mañana... un punto de referencia temporal o espacial nos ayuda ( a nuestro cerebro) a centrarnos respecto al entorno. " Es una necesidad fisiológica"
Ay! Amiga mía, la toma de decisiones y el establecer planes perfectos están muy bien pero todo lo que esta alrededor determinará muchas veces nuestro destino, y es en esos cortos espacios de tiempo, minutos ,segundos en los que tendremos que tomar una decisión, que acertada o no ( según quien lo mire) marcara un pequeño rumbo en nuestra corta/larga vida.
Y te lo dice una cincuentona.
Guíate por ti misma cerebro/corazón, ¿en que proporción? esa es la pregunta... y yo no te puedo decir la respuesta