martes, 8 de junio de 2010

Credo.

¿No era mucho más sencillo no creer en nada? Para ella un "no" siempre resultaba más fácil, más rotundo. Necesitaba un "no" que no diera lugar a dudas ni a imprecisiones.
"No, no creo."

-No creo en el destino, no creo en las verdades universales, no creo en el futuro, no creo en el drama, no creo en la felicidad, no creo en el adiós, no creo en el amor. No creo.

Por romper con la sencillez, se atrevió a mirar el "no" a través de un cristal menos ambicioso y, quizá, algo distorsionado. Con los ojos entrecerrados...
"Sí, sí creo."

-Creo en la casualidad, creo en las pequeñas certezas, creo en el mañana, creo en los problemas, creo en las sonrisas, creo en la distancia, creo en un beso dormido en la nuca antes del primer café. Creo.

Lo.

2 comentarios:

Lebrab dijo...

Precioso.
Las pequeñas cosas son las que nos hacen creer en uno mismo y en los demás.
Me gusta tu estilo
Sigue escribiendo.

Pablo Gonz dijo...

Mi enhorabuena. Un texto sencillo y firme, como una piedra desnuda. Cada día tendrás más lectores.
Un abrazo,
PABLO GONZ