domingo, 12 de febrero de 2012

I wish.


Le dijo la tiza a la pizarra que te despidió en la puerta. Se acabó el cautiverio bajo sábanas de presidiario. Las que nos escondieron, las que nos atraparon, las mismas que tú planchaste con las palmas de tus manos. Se me olvidaron las normas y los esquemas pautados para trazar las palabras que encierran nuestros abrazos. Qué más da. Sólo quiero rendir homenaje a nuestras horas y al tiempo que se detuvo. Celebrar las sonrisas de tus ojos y el olor a dormido que se oculta en el ángulo que dibujan cuello y hombros. Respirarte. Venerarte. Amar cada uno de tus recovecos y perderme en todos ellos. Ahogarme en el calor profundo de tu saliva y en la gravedad de tus silencios. Y suplicar que te quedes, para borrar la frase de la pizarra que te despidió en la puerta.

Lo.

2 comentarios:

Tamara dijo...

Táctil, interno y bello. Mucho. Me encantó.

Anónimo dijo...

Innúmeros amantes desolados no logramos despertarnos del todo del olor que reside ente cuellos y hombros, no pudimos volver a sonreir con la amplitud que aquellos ojos nos inspiraron entonces, ni volvieron a plancharnos las arrugas del corazón con ese gesto firme, valiente y decidido que creímos inspirarles, ni conseguimos vencer el presidio de sábanas ajenas, bien pautadas por normas y convenciones que nada nos significaban entre abrazos y recovecos. De verdad se habrá parado el tiempo tantas veces como nos hemos figurado en nuestro dolor y en nuestra felicidad? Mira a tu alrededor, no te imaginas cuántas personas leen tus palabras y se leen a loa vez el alma que decidieron enterrar apenas moribunda, personas que necesitan leerte porque carecen del verbo aunque no del sentimiento, del tormento y de la dicha. Tal vez el panadero al que saludas a veces, la amiga insospechada o el afable amigo de tus padres; las vidas son complejas pero los puntos se interconectan más de lo que alcanzamos a ver. Siéntate y escríbelo.