A veces actúa por impulsos.
El lunes pasado se levantó la falda en el parque y sentó su desnudez sobre la hierba mojada.
El miércoles, sin ningún motivo, abandonó su colchón y durmió hasta las seis de la madrugada sobre la mesa del comedor.
Hace sólo unas horas, hundió la cara en una tarta de merengue porque, repentinamente, le apeteció sentir el dulce empalagoso dentro de su nariz.
Y, aunque ella no lo sabe aún, en cualquier momento, un arrebato le hará descolgar el auricular, marcar un número aleatorio y decir palabras bonitas a la persona anónima que escuche extrañada al otro lado del teléfono.
El lunes pasado se levantó la falda en el parque y sentó su desnudez sobre la hierba mojada.
El miércoles, sin ningún motivo, abandonó su colchón y durmió hasta las seis de la madrugada sobre la mesa del comedor.
Hace sólo unas horas, hundió la cara en una tarta de merengue porque, repentinamente, le apeteció sentir el dulce empalagoso dentro de su nariz.
Y, aunque ella no lo sabe aún, en cualquier momento, un arrebato le hará descolgar el auricular, marcar un número aleatorio y decir palabras bonitas a la persona anónima que escuche extrañada al otro lado del teléfono.
Lo.
3 comentarios:
¡Uf! ¡cuánta libertad se siente aquí! Me gustó Lo.
Saludos!
Que bonito!
Me ha emocionado!
Siempre quise hacer lo del teléfono, Lo, pero nunca me atreví. Quizás lo haga hoy.
Un fuerte abrazo y gracias por escribir.
PABLO GONZ
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