Estaba sufriendo una autopsia en vida. Las preguntas eran bisturíes que rasgaban con firmeza su piel dejando escapar gotas de sangre granate, gotas de recuerdos escondidos. Ella cerraba los ojos y, apretando los puños, intentaba contener lágrimas y secretos.
Piernas, baúles, cartas, cremalleras, puertas, sesiones, desfiles, tijeras, comillas, mentes, cerraduras, cabezas, libros, camas, palacios, túneles, cajones, grifos, ventanas, tierras, ojos, heridas, flores...
Todo podía abrirse, incluso ella.
Todo podía abrirse, incluso ella.
Lo.
3 comentarios:
Paloma, es un placer recorrer este espacio. Vengo del blog de Pablo y te llevo para el mío para seguir tus escritos.
Esta autopsia es brutalmente buena!
Saludos!
Que maravilloso ha sido leer esta autopsia!
Tu prosa tiene un pulso propio, Paloma. Sigue escuchándola para que a través de ti nosotros también la escuchemos.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
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