En este ambiente arrullador, los ojos del silencio se entornan y se desvelan los importantes misterios que a nadie importan. Y es que, en plena holgazanería remolona y crepuscular, escuché, de boca de nadie, un secreto que repiqueteaba en el cristal. Trataba de colarse en mi imaginación sellada mientras yo, regurgitando mis propios pensamientos, ignoraba su réplica constante.
La lluvia es lágrima, lamento, sollozo, gemido y queja. La lluvia es la tormenta escondida en mi estómago, ensortijada y torcida. Contorsión y destrucción melosa.
No es imposible. Ni siquiera es tan difícil saber interpretar los caprichos del silencio.
Lo.
1 comentario:
Encuentro muy poético tu micro, Lo. Me suena también a francés, más en concreto a Proust.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
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