Ahora que la montaña (rusa o no) ha decidido pisar tierra firme, ahora que ya no quedan restos de maquillaje, ahora que las nubes se han disipado y el cristal es tan transparente como irrompible; justo ahora, mil millones de manos empiezan a aplaudir. Y los aplausos no son halagos ni muestras de admiración, sino mofas molestas e inoportunas que sólo quieren devolverme la inestabilidad oscilante que un día fue seducción. Es momento de taparme los oídos con fuerza, para escuchar solamente el sonido del mar, que se agita y grita como si fuera efervescente, como si tú lo estuvieras batiendo con una cucharilla de café. Y si el rechazo no es suficiente, tendré que esconderme bajo las sábanas a respirar un presente chispeante que ha olvidado los papeles arrugados al otro lado de la puerta.
Lo.
3 comentarios:
yo sigo en la inestabilidad de la montaña rusa .. pero me alegro que quieras escuchar el sonido del mar ! :)
ohh palomin
qué bueno paloma :)
Cada letra que escribes es mejor que la anterior.Increible Paloma.
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