Cuando las miradas confiesan pensamientos y el silencio reina, sobran todas las palabras. Se derriten las letras al calor de tus mejillas y se convierten en la conjunción perfecta entre sonrisa y oscuridad. Es entonces cuando nuestras respiraciones sofocadas se evaporan y se escapan a través de un agujero en la pared. Adiós. Nos quedamos ante un solo ojo, ante pulmones vacíos e intenciones repletas de secretos.
Hemos mordido la manzana y ahora, sobran todas las palabras.
Lo.
1 comentario:
Muy sugerente y muy sutil la forma de representar ese pecado. Poesía. Me gustó mucho, Lo.
Un saludo.
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