Sabía perfectamente que su silencio le incomodaba. También sabía que su mirada fija en las pupilas nerviosas que esquivaban el contacto directo, no ayudaba en absoluto a aliviar la tensión. Si él hablaba precipitadamente, mezclando historias, anécdotas, chistes y ocurrencias, era por llenar el vacío que dejaban los labios cerrados de su acompañante.
Pero ella era así. Administraba, economizaba las palabras. No se permitía derrochar comentarios y los que consideraba innecesarios, se los ahorraba.
Irónicamente, recurría al silencio por temor a la idea de quedarse sin palabr...
Lo.
2 comentarios:
Ella estaba habitada por miles de ideas y sensaciones y sentimientos inefables. Por eso callaba. Pocos pueden entender eso. Que hay cosas que sencillamente se disfrutan calladas.
¡Saludos!
Gracias por este micro, Paloma. Tengo poco que añadir a los comentarios que te deje en días anteriores. Mejor me callo.
Un abrazo,
PABLO GONZ
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